
Caroline Lucretia Herschel
Gracias a la invención de las vacunas, por primera vez en la historia de la humanidad, fuimos capaces de erradicar el virus causante de una enfermedad. Una enfermedad que acompañó a los humanos durante milenios, siendo no solo muy contagiosa, sino que además tenía una tasa de mortalidad muy elevada, especialmente para los bebés. Tan común y tan mortal, que en algunas culturas antiguas estaba prohibido darle un nombre a un bebe, hasta que se contagie y sobreviva a la viruela.
Pero el virus no siempre estuvo en todo el mundo, aunque se desconoce su origen, sabemos que no estuvo presente en América hasta la llegada de los conquistadores europeos, y muchos historiadores señalan la llegada del virus como un factor importante en la caída de las civilizaciones locales, quienes carecían de defensas contra un virus al que nunca habían estado expuestos.
Pero el artículo de hoy no es sobre la viruela, que fue declarada erradicada en 1980, probando la efectividad de las vacunas para combatir enfermedades.
Otra enfermedad para la que también se creó una vacuna es el tifus, pero que no es posible erradicar - por ahora - porque los vectores de esta enfermedad no son los humanos, quienes reciben las vacunas, sino unos piojos que cargan algunas aves y mamíferos. Si bien tiene una tasa de mortalidad menor que la viruela, puede causar síntomas graves e incluso dejar secuelas marcadas en aquellas personas que contraigan la enfermedad.
Pero hoy tampoco voy a hablar de esta enfermedad, que en la actualidad no es muy conocida, ya que gracias a la gran variedad de vacunas que se inventaron para prevenirla, se convirtió en una enfermedad muy rara.
Hoy voy a hablar de una astrónoma Alemana, apodada como "La cenicienta de la Astronomía", que nació en Hannover, Alemania, a mediados del siglo XIIX, siendo la única hija del matrimonio Herschel, y que recibió el nombre de Caroline Lucretia Herschel. Su padre, el músico militar Isaak Herschel, se encargó de la enseñanza de matemática, astronomía, filosofía y música de sus hijos - como Caroline era mujer, no se suponía que aprenda sobre esos campos, pero su padre se encargaba de enseñarle a escondidas.
Con tan solo 11 años, contrajo viruela, y al poco tiempo, también tifus, años antes de la invención de las vacunas. Por lo que se vió obligada a pasar unos meses en su cama, sin poder caminar por el dolor que le causaba el tifus en las extremidades, y su padre le daba clases en su habitación.
Tras la muerte de su padre, su madre, Ana Ilse Moritzen, se hizo cargo de su educación, pero estaba convencida de que la única educación que Caroline necesitaba, era la de las tareas del hogar y cuidado de sus hermanos. Una creencia que se vio reforzada por las secuelas que la enfermedad le había dejado, ya que tardó meses en poder volver a caminar, y llegó a medir solamente 120cm. Esto parece haber convencido a su madre de que ser una buena esposa era la única forma de que su hija pueda tener una vida próspera.
Por suerte para nuestra protagonista, su hermano mayor, William Herschel, la invitó a acompañarlo a Inglaterra. Allí, Caroline estudió canto en secreto, acompañando a su hermano, quien ya era un reconocido músico en Inglaterra. Se dice que Caroline era una excelente voz en soprano, pero sólo cantaba al ser dirigida por William.
Cuando no estaba en sus clases de canto, Caroline trabajaba como ama de llaves en la casa de su hermano - era la forma que encontraron de darle un trabajo y un ingreso propio - y además, era su asistente en su laboratorio de astronomía. Su pasión por la astronomía la llevó a renunciar a su carrera musical para dedicarse al trabajo de laboratorio.
En 1781, William observó por primera vez a Urano - como conté en este artículo - y eso le permitió trabajar oficialmente como astrónomo, al ser contratado como astrónomo de la corte del rey Jorge III. A partir de ese momento, Caroline dejó todas sus tareas y dedicó todo su tiempo a la astronomía, y convirtió todas las habitaciones de la casa - que actualmente es el Museo de Astronomía Herschel - en un gran taller, donde los Herschel construían sus telescopios.
Obviamente, el único que recibía un sueldo por su labor de astrónomo real, era William, pero ambos se dedicaban a esmerilar y pulir espejos, realizar y anotar observaciones de noche y revisarlas durante el día, realizar cálculos algebraicos y establecer distancias astronómicas.
El hecho de trabajar para la realeza, exigía a William realizar varios viajes, que dejaban a Caroline realizando sus propias observaciones en el laboratorio, en paralelo a las que realizaban en conjunto, y en 1783, Caroline se convirtió en la primer mujer en publicar en la revista científica "Philosophical Transactions", de la Royal Society. Y este fue sólo el primero de varios logros más a lo largo de su carrera. Como también convertirse en la primera mujer en descubrir un cometa, que se conoce como C/1786 P1 (Herschel) - que fue el primero, pero no el único cometa que descubrió.
Muchos años más tarde, Caroline fue reconocida como astrónoma, aunque solo se le concedió un salario de 50 libras al año, mientras que su hermano William recibía 200. De esta forma consiguió por fin una independencia económica, y trabajó en su propio laboratorio, que pudo armar con ayuda de su hermano, quien le regaló un telescopio newtoniano, y así se convirtió de a poco en una celebridad en el mundo científico.
Casi al final de su vida, a los 85 años, Caroline se convirtió en la primera mujer astrónoma aceptada como miembro de la Royal Society - miembro honorario - y en 1846, a sus 95 años, recibió la Medalla de Oro a las Ciencias por una vida dedicada a la astronomía, de parte del rey de Prusia.
A lo largo de su carrera, entre otras cosas, descubrió 8 cometas, 14 nebulosas y agregó 561 estrellas al Atlas Coestelis. También recibió varios premios y reconocimientos, entre ellos, ser la primera mujer en recibir la medalla de oro de la Real Sociedad Astronómica en 1838.
Caroline murió en Hannover, a sus 97 años, en 1848. Pero su trabajo sigue siendo reconocido alrededor del mundo. El asteroide 28 Lucretia, los cúmulos NGC 2360 (Caroline's Cluster) y NGC 7789 (Caroline's Rose) y el Satélite ÑuSat 10 o "Caroline" - lanzado en noviembre del 2020 - llevan su nombre en su honor.